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Superpoderes del éxito para gente normal - reseña crítica

Superpoderes del éxito para gente normal Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Autoayuda y motivación

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: Superpoderes del éxito para gente normal

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: ‎9788417568207

Editorial: Alienta

Reseña crítica

Este texto te invita a explorar el fascinante mundo de la automejora. Desde superar la procrastinación hasta construir hábitos poderosos, te guiará hacia una vida más productiva y satisfactoria. 

Si buscas motivación, consejos prácticos y la clave para alcanzar tus metas, ¡esta lectura es para ti! Despierta tu potencial y comienza hoy mismo tu viaje hacia el éxito personal. 

La importancia de intentar cumplir tus sueños

La gente no se arrepiente de no haber cumplido sus sueños, se arrepiente de no haber tenido el coraje de intentarlo. Si luchas puedes perder, si no luchas estás perdido. 

La mayoría de la gente cae siempre en el círculo vicioso de su día a día. Todos se quejan de que el día no les alcanza: “Parece que no he hecho nada”. Nuestra mayor fuente de infelicidad es que termina el día y se pasó en un suspiro, la semana se nos va volando, los meses pasan con demasiada rapidez y cuando nos queremos dar cuenta es un año más.

Y el drama de nuestra vida no es que el tiempo pase demasiado deprisa, la verdadera tragedia estriba en que se nos pasa la vida y no hemos hecho lo que teníamos que hacer. Nuestros sueños se nos escapan entre los dedos y no cumplimos nuestras metas.

En 1943, el psicólogo Abraham Maslow describió en su libro “A theory of human motivation” su famosa pirámide, donde describía las necesidades humanas ordenadas por importancia. Esta jerarquía comenzaba por las necesidades básicas: las necesidades fisiológicas, esto es, alimentación, sexo, descanso. 

Una vez cubiertas, buscamos necesidades de seguridad, ya sea en la familia, en el empleo, en la salud, etc. A continuación, queremos amistad y afecto, y, una vez cubierto este peldaño, el siguiente sería el del reconocimiento, es decir, éxito y respeto por parte de los demás. 

Pero el último de todos es la autorrealización. En la cima de la pirámide residen nuestros sueños, lo que realmente ansiamos para ser las personas que deseamos ser. No tiene que ver con el éxito ni con el reconocimiento social, tiene que ver con nosotros mismos y con buscar un sentido a nuestras vidas.

Por supuesto, según Maslow, las diferentes etapas inferiores deben estar cubiertas para subir en la pirámide. Si esto no es así, de poco o nada nos sirve autorrealizarnos.

En lugar de distinguir entre lo importante y lo urgente, como se suele hacer, hay que hacer una distinción entre las metas o sueños y el infinito. La distinción convencional presenta dos problemas: el primero es que toda decisión le roba energía y el segundo es que, al realizar esa distinción, las metas siempre quedan en un segundo plano. El cerebro es traicionero y tiende a postergar lo importante, centrándose en lo urgente.

¿Qué son las metas o sueños? Son aquellos proyectos profesionales o personales que realmente marcan la diferencia. Que cuando avanzas hacia ellos hace que te sientas satisfecho, que el día haya merecido la pena. 

Son realmente aquellos objetivos que quieres alcanzar sí o sí y que te hacen soñar con un futuro más atractivo, personal o profesionalmente. 

Pero si analizas lo que hace la mayoría de la gente, es empezar el día y sumergirse en el infinito. ¿Y qué es el infinito? Todo lo demás: las llamadas, las comidas interminables, las reuniones improductivas, el e-mail que te desborda, los incesantes grupos de WhatsApp, las redes sociales, etc, siempre son infinitos, por mucho que te esfuerces.

No permitas que esa dinámica se inmiscuya en tu vida diaria. Aquí tienes que elegir realmente lo que es importante y dejar de perder el tiempo. Estar liado no te lleva a ninguna parte. Puedes aprender un idioma, estudiar una carrera, hacer algo para la sociedad, cambiar tu cuerpo, y cualquier otra meta que siempre te hayas propuesto.

Conócete a ti mismo

Existe un fenómeno denominado efecto Dunning-Kruger, descubierto precisamente por científicos de Nueva York, que describe cómo las personas menos preparadas se consideran más inteligentes y piensan que saben más de lo que en realidad saben.

Como decía Charles Darwin: “La ignorancia suele proporcionar más confianza que el conocimiento”. También conocido como el efecto “mejor que la media”, nos hace pensar que siempre sobresalimos por encima de la media, cosa que estadísticamente es imposible. 

Tendemos a pensar que la culpa es de los demás y que los éxitos son consecuencia de nuestras habilidades. La mayoría nos juzgamos por encima de la media y somos miopes ante nuestros propios defectos, de ahí que solamos ver “la paja en el ojo ajeno y nos cueste ver la viga en el propio”. 

El ignorante critica porque cree saberlo todo, mientras que el sabio respeta porque reconoce que siempre puede aprender algo nuevo.

Cambia el chip y cada vez que examines un área de tu vida en la que no te sientas a gusto, piensa: ¿Y si es culpa mía? ¿Y si he suspendido por que no estudié lo suficiente? ¿Y si el choque con el coche fue debido a una distracción al volante en lugar de la incompetencia del otro conductor? ¿Y si no me cogieron para el trabajo porque no estaba preparado? ¿Y si estoy enfermo y no es por un castigo divino, sino porque me he alimentado mal durante años? 

Te sorprenderá ver cómo entras en acción y empezarás a dar pasitos en la dirección correcta. Si piensas que nada es culpa tuya, le echas la culpa a las circunstancias, lo que equivale a decir que no puedes hacer nada al respecto. 

Sin embargo, si crees que lo que te pasa es culpa tuya, y es evidente que no siempre es así, asumes que puedes tomar acción sobre las circunstancias. Y es ahí donde radica la diferencia. Tú eres el dueño de tu destino.

Engaña a tu cerebro

El cerebro funciona como un gran ordenador donde se almacenan ficheros. Ordena automáticamente todos los datos que entran dentro de él sin tener que pensarlo. Como si fuera un gran sistema de ficheros donde la información se almacena con una lógica para que luego pueda ser buscada fácilmente. 

Cada vez que entra información a nuestro cerebro, éste la clasifica por la similitud que tenga con la que ya está almacenada. Así que cuando ves algo nuevo, tu cerebro se preguntará: ¿Dónde he visto esto antes? Va hacia su sistema de almacenaje y mira allí. 

Cuando encuentra algo parecido, va a ese fichero que estaba almacenado y lo utiliza como un punto de referencia para generar pensamientos y tomar decisiones. 

A lo largo de nuestras vidas, almacenamos y tenemos acceso a un montón de información. Por lo tanto, el cerebro lo que hace es basarse en situaciones que parecen similares y que hemos tenido anteriormente. 

Este sistema trae aparejado dos problemas. El primero, las presunciones que hace el cerebro a veces son equivocadas, causando que saltemos a conclusiones precipitadas. 

El segundo es que el proceso en el que el cerebro absorbe la información mata la creatividad: cada vez que tratas de pensar algo nuevo, el cerebro intenta llevarte por los caminos trillados. 

¿Cómo podemos salir de esta espiral? La solución es buscar un camino que se salte este sistema de clasificación, engañar al cerebro. Siempre tomamos decisiones emocionales y después intentamos justificarnos racionalmente.

Lo primero es hacer una distinción entre metas y proyectos. Las metas tienen que ser objetivos por los cuales nos apetezca luchar, que nos motiven. Los proyectos son aquellos deberes que tenemos que hacer. 

Las metas las “queremos” hacer, mientras que los proyectos los “tenemos” que hacer. Confecciona una lista con aquellos sueños que te apetece cumplir, aquellas metas que intuyes que van a cambiar tu vida a medio/largo plazo.

No pienses en tus metas en función del fracaso que quieres evitar, sino en función del éxito que quieres obtener. No motiva igual pensar en “no suspender para septiembre” que imaginarse “aprobar todo en junio”; el objetivo es el mismo, pero el enfoque es radicalmente distinto.

Este simple cambio fomenta tu motivación intrínseca, aquella que nace dentro de ti y no depende de factores externos, y que, sin duda, es la más importante de las motivaciones. 

Elige quién quieres ser

Lo primero que hay que hacer es convertir nuestras metas abstractas en metas concretas. No es lo mismo “tener más cultura” que leer el periódico todos los días. No es lo mismo “hacer deporte” que andar 10 kilómetros al día.

El problema de la inacción a la que estamos sometidos constantemente es que vemos la meta tan lejana que no nos atrevemos a dar el primer paso y a eso hay que añadir que queremos que los objetivos se cumplan “ya”.

Necesitamos achicar las metas grandes en metas más pequeñas y accesibles. Como escribió Mark Twain: “El secreto de conseguir que se tire adelante está en conseguir que se arranque. El secreto de conseguir que se arranque está en descomponer las complejas tareas que te abruman en otras pequeñas y manejables, y arrancar entonces con la primera”.
Nos cuesta un horror pensar a largo plazo; sin embargo, las metas a corto plazo están tan encima de nosotros que no nos queda otro remedio que enfrentarnos a ellas. Hay que ponerse metas cercanas, tanto de distancia como de tiempo.

Otra de las tácticas para acercar las metas es poner deadlines. Puedes comprometerte con alguien en una fecha determinada para entregar un trabajo o para realizar una tarea concreta y, de ese modo, nos estamos forzando a hacerlo.

Nunca te olvides de apuntar los objetivos cumplidos, las metas que ya has logrado. Siempre estamos más pendientes de lo que tenemos que hacer que de premiarnos por lo conseguido. De vez en cuando, es bueno mirar atrás y motivarse por el esfuerzo realizado y por los logros conseguidos.

La postergación

El problema de la postergación es que quieres hacer algo pero siempre encuentras una excusa. No es que no quieras hacerlo, es que no te sientes capaz de enfrentarte a las tareas. Y esa inacción te genera estrés y culpa, que son finalmente los causantes de la infelicidad.

Todas las decisiones que tomamos son con nuestro sistema límbico, con nuestro cerebro emocional y después las justificamos con nuestro cerebro racional.

Lo que parece un problema de motivación en realidad es un problema de fuerza de voluntad. Lo importante no es todo lo que haces si tienes fuerza de voluntad, lo importante es la cantidad de cosas que dejas de hacer si no la tienes.

Lo primero que tienes que saber es que la fuerza de voluntad está ligada a la demora de la satisfacción y al autocontrol. La impulsividad de quererlo todo YA disminuye nuestra fuerza de voluntad.

La fuerza de voluntad es un recurso limitado, deberíamos gastarla realmente donde merezca la pena, así que huye de las situaciones que la gastan y céntrate en usarlas en aquellos momentos donde realmente la necesitas.

Basta sólo un segundo de debilidad de tu fuerza de voluntad para que caigas en la tentación. Activar el sistema racional te protege de las tentaciones y para eso hace falta que pasen unos segundos, para no actuar desde la emocionalidad.

Toma las decisiones importantes cuando estés fresco y lleno de energía. Hay que evitar tomar decisiones por la noche, cuando llegamos agotados a casa o un viernes por la tarde, después de una semana agotadora. Nunca tomes una decisión estresado o cabreado, con sueño o con hambre.

Construir y mantener hábitos

La definición del hábito nos habla de un modo de “proceder instintivo adquirido por repetición”. Repetimos ciertos comportamientos hasta que se vuelven automáticos.

Los seres humanos estamos diseñados para la rutina, que nos cuesta mucho cambiar, y, precisamente, ese aparente punto débil tenemos que utilizarlo a nuestro favor. Si conseguimos ejecutar las rutinas sin esfuerzo y estas rutinas contienen hábitos favorables a nuestros intereses, es entonces cuando podremos hacer todo lo que nos propongamos. Tenemos que engañar a nuestro cerebro y automatizar las tareas.

Necesitamos primero construir el hábito, pero, una vez que hemos hecho el esfuerzo, no debemos dejar que el hábito se destruya y para eso tenemos que mantenerlo. En la primera fase, la de construcción, hay mucho sacrificio y poco beneficio. En la fase de mantenimiento es justo al contrario, poco sacrificio y mucho beneficio.

En la fase de construcción hay que ser muy exigente. No se puede fallar ni un solo día o, de lo contrario, se echará todo a perder. La parte de mantenimiento dura toda la vida.

Hay que generar nuevos hábitos, afianzarlos y convertirlos en hábitos consolidados. Sabes que está consolidado cuando lo haces subconscientemente y ya no te supone esfuerzo ni tienes que pensar en él.

Cada nuevo hábito que intentamos consume nuestra fuerza de voluntad, necesitamos las funciones ejecutivas de nuestro cerebro, nuestro córtex prefrontal, porque, al ser nuevo, tenemos que pensar en él, no lo hacemos en modo automático, y, por lo tanto, conviene hacer un cambio de hábito a la vez.

Puede que a veces pensemos que no tenemos fuerza para hacer una determinada tarea, pero hay que pensar en el largo plazo, tener el objetivo que queremos conseguir en mente con este nuevo hábito. La paciencia nos habla de la fuerza de voluntad. 

Y la perseverancia es la clave, hay que hacerlo todos los días. Por mucho que te cueste y especialmente al principio, en la fase de construcción, la repetición es la clave para automatizarlo y, de ese modo, conseguir que forme parte de ti.

Notas finales

Cambiamos nuestros pensamientos cuando cambiamos nuestro comportamiento, y cada vez que obtenemos un logro, generamos dopamina, que es un neurotransmisor que nos da una sensación de bienestar y de euforia que nos hace sentir bien. 

Activamos el circuito de recompensa, asociamos el esfuerzo con el logro, que no sólo satisface nuestro empeño al haber realizado el hábito o tarea, sino que, además, nos induce a repetirlo. 

Es como una droga y, si queremos más, necesitamos repetir el mismo mecanismo. Por si fuera poco, la dopamina reduce nuestros niveles de cortisol, que en parte es responsable de nuestro estrés. Así que, ¿qué esperas para cambiar tus hábitos?

Cambia tus hábitos alimenticios, medita, practica deporte y duerme como un bebé. Si a eso puedes sumarle pensamiento positivo, ¡listo! Tienes las herramientas para cambiar tu vida desde ahora. Investiga y prueba.

Consejo de 12min

En el microlibro basado en “El perfecto cerebro imperfecto”, de Eduardo Calixto, donde realiza un sorprendente recorrido por el cerebro humano, arrojando luz sobre su peculiar funcionamiento y qué es bueno o malo para tu conducta. 

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¿Quién escribió el libro?

Estudió en la Universidad Politécnica de Madrid, donde casi se licenció como Ingeniero Superior Informático y es máster en Programa de Dirección General por el IESE-U... (Lea mas)

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